Sonora ante el nearshoring: del discurso global a la trampa local

 

Sonora ante el nearshoring: del discurso global a la trampa local

En los últimos años, el nearshoring se ha vuelto la palabra de moda en la conversación económica de México. Cada semana escuchamos anuncios de nuevas inversiones, plantas industriales y promesas de que el país se convertirá en el gran taller de Norteamérica. Pero detrás de ese entusiasmo, hay una realidad que rara vez se mira con lupa: la verdadera batalla por aprovechar el nearshoring no se libra en los foros internacionales, sino en los pasillos de las oficinas municipales.

El caso de Sonora lo demuestra perfectamente. Tiene todo para ganar: ubicación privilegiada, frontera con Estados Unidos y una base industrial sólida. Pero al revisar su entorno regulatorio, descubrimos una paradoja. Mientras a nivel macro todo parece alineado para atraer capital extranjero, en lo local persisten obstáculos, contradicciones y una buena dosis de confusión.

Eso fue justo lo que puse sobre la mesa durante el webinar “A romper barreras”: el contraste entre el discurso nacional y la realidad regulatoria en el terreno.

 

El costo de esperar y una economía que depende del 1.5%

El primer hallazgo es demoledor. En Sonora, cada día que una empresa espera un permiso o licencia equivale a perder dinero. Ese Costo de Oportunidad no está en ninguna ley, pero pesa como si fuera un impuesto.

En Hermosillo, por ejemplo, una empresa puede dejar de ganar hasta 3.6 millones de pesos antes de siquiera abrir sus puertas. Solo en trámites estatales y municipales puede perder más de dos meses de productividad. Es una “multa invisible” que castiga la eficiencia y desalienta la inversión.

La burocracia no solo retrasa: penaliza. Y en un entorno global donde la velocidad lo es todo, cada día perdido es una oportunidad menos para competir.

El segundo hallazgo es igual de sorprendente. Aunque el nearshoring se vende como un motor que impulsa a todo el estado, la realidad es que solo el 1.5 % de las empresas sonorenses están directamente vinculadas a esta tendencia. Aun así, ese pequeño grupo genera más del 10 % del valor agregado estatal.

Esto convierte al nearshoring en una historia de alto impacto, pero también de alta vulnerabilidad. Si ese pequeño grupo enfrenta frenos regulatorios, toda la cadena se resiente. Municipios como Cajeme, Hermosillo y Nogales concentran buena parte de esa riqueza; ahí se juega el futuro económico de Sonora.

El reto ya no es solo atraer nuevas inversiones, sino cuidar las que ya están aquí, ayudándolas a operar con fluidez y sin enredos burocráticos.

A nivel internacional, Sonora cumple con los grandes acuerdos como el T-MEC y proyecta confianza. Pero cuando bajamos al detalle, aparecen regulaciones que parecen escritas en otro siglo.

Un ejemplo: la Ley de Seguridad Privada exige que los directivos de las empresas del sector sean mexicanos. Otro: el Reglamento de Construcción de Cajeme obliga a que los Directores Responsables de Obra sean avalados por un colegio profesional local. Ambas normas restringen la competencia y contradicen el espíritu de apertura que México promueve en el exterior.

Son reglas que, sin proponérselo, cierran la puerta al progreso. Y son precisamente esas incongruencias locales las que neutralizan los grandes discursos nacionales.

Quizá el hallazgo más preocupante es que la mayoría de los problemas no vienen de las reglas, sino de la falta de claridad. El análisis detectó más de 600 oportunidades de mejora normativa, y de 40 regulaciones prioritarias, el 97 % no especifica con precisión a quiénes se aplican o qué autoridad las ejecuta.

Es decir, nadie sabe bien quién manda ni qué se espera exactamente. Y cuando la interpretación depende del escritorio donde cae el trámite, la confianza empresarial se evapora.

 

¿Qué hacemos? Reformar para crecer

Sonora tiene todo para ser un referente del nearshoring, pero para lograrlo necesita más que parques industriales y discursos optimistas: necesita certeza regulatoria y eficiencia administrativa.

México no puede competir con un marco normativo del siglo pasado. Los inversionistas ya no buscan incentivos fiscales, buscan claridad, agilidad y transparencia.

La buena noticia es que la solución está al alcance. Desde ESZ Smart Solutions hemos comprobado que la digitalización, la simplificación y la interoperabilidad entre niveles de gobierno no solo reducen costos, sino que reducen fricción y generan confianza.

El futuro del nearshoring no se decidirá en los tratados, sino en los portales de trámites. Y en ese sentido, el mensaje es claro: para atraer al mundo, primero hay que ordenar la casa.

Te comparto una presentación resumen y enlace a mi participación en el webinar. Escribe tus comentarios, será un gusto intercambiar ideas.

 

Juan José Cabrera

CEO, ESZ Smart Solutions

 

Presentación